15 ago 2013

16/08



En mi desordenada cabeza todos sois el mismo personaje, cuando os encuentro un escalofrío seduce mis espalda, vosotros sois las marionetas que por un instante obligáis a mis voces callar, que quitáis el aire al tiempo y lo transformáis en una una colección interminable de gemidos complacientes. Sois vosotros quienes descubrís estrellas que brillan en mis piernas, entonces puedo dejar de ser etérea por un instante, un absurdo y patético placer, es como bailar sin ser libre o como besar sin cerrar los ojos. Yo solo soy un cuerpo, por un momento, solo carne y agua. Lo agradezco.
Pero entre mis costillas un horrendo gusano se retuerce, tiene el cuerpo herido y de él nacen unas afiladas garras que se clavan en mis pulmones y en mi corazón, están secuestrando mi aliento y me ahoga, no pueden escapar de mi las lágrimas, quizás se trate de un reproche. Y lo único que puedo hacer sentada encima de ti es quedarme hipnotizada por el pulso en tu yugular, o pensar en las mil maneras en que podría acabar contigo, ahora que entre mis piernas intentas apagar las estrellas.