20 feb 2013

20 de febrero.


La necesidad de vivir deprisa, de buscar estrategias para morir de una vez destrozan mi corazón,
porque en mi habita una naturaleza contemplativa, una naturaleza que hace que de mi útero envenenado nazcan flores de colores irritantes y perfumes huraños,
también brota de él una enredadera gris que viola una a una mis vertebras hasta llegar a mi cabeza
para llenarla de mariposas negras y azules.
Flores que llegan a mi garganta y ahogan mis gritos,
y una enredadera que se cuela entre mis costillas para retorcer mis pulmones,
pero las flores llegan a mis labios y por eso cuando te miro de reojo sonrío,
pero la enredadera perfora mi cuello y por eso cuando te veo te odio.
Y yo solo quiero vivir sin limite de velocidad entre luces artificiales
pero necesito oler la luz del amanecer con los ojos cerrados.
Y yo solo quiero arrancarme las entrañas para entregar mis mentiras,
pero de mi envenenado útero solo manarán flores,
y por eso mis ansias de vivir me matan.