21 nov 2012

21 de noviembre


De aquellas veces en las que, dentro de tu agonía, aún encontraba fragmentos de ti, cuando aún olías a madera, tus ojos eran marrones y cuando todavía te tenía miedo, recuerdo la declaración de amor más bonita que jamás me dijiste “te amo porque cuando estás triste eres preciosa y te puedo odiar”
Y solo estas cuatro paredes saben cuanto hice para alejar cualquier vestigio de alegría de mi hogar solo para que recordaras que mi tristeza era un precio insignificante por seguir ardiendo, solo las serpientes de mi jardín saben cuantos centímetros me separé de mi misma para que tus ojos no se tornaran azules. Renunciar a mis princesas, arrancar las alas de mis mariposas y plagar de murciélagos mis latidos solo para ser la niña perdida más hermosa de tu reino...
También recuerdo mi declaración más profunda “sabes que tu funeral estará conmigo aunque no sepa donde estás” entonces visualicé tu muerte en invierno, bajo el deseo de no querer manchar con tus huellas la pureza de la nieve, sin gotas de sangre , de ni perfume ni de licor y me contestaste “yo no soy sin ti y tú solo eres conmigo”.
Pero ahora que has matado al otoño y te enterraste en el invierno, ahora que tu alma ha profanado la nieve, que te has extinguido y ya no estás, solo lamento descubrir que mis promesas han sido siempre mentiras, tu funeral no está en mi corazón, la tristeza ya no encuentra su lugar en el espejo y quizás, lo más doloroso es saber que sí soy sin ti, que mis demonios, espirales flores monstruosas, mis lunas y besos, mis sueños y melodías siguen siendo mi poema, mis labios siguen siendo rojos y aún puedo bailar aunque nunca deje de ser lúnes.